Entrañas que se reproducían mediante llamas inocuas, extremas de furor. Una excitación que se diferenciaba por su clímax, y un cuerpo adolecido por el mal impugnado.
¿Merecerme esto?¿¿Padre??¿¿Madre??¡¡Ayudadme!!pues la herida infecta mi ser, amorfa mi buen hacer, y no permite supurar mi afección.
¡¡Quiero su cabeza!!en una bandeja de plata limada, con un velo hilvanado, de pedazos de su piel. Y quiero esos labios carnosos, y fríos, morados por la atrocidad que causo el rechazo de mi belleza, primor eterno, por la cual Reyes y Reinos ansiaban.
Belleza que trajo, tu muerte, mi ira, y nuestra eternidad.
Salomé. Nuevo Testamento ( Mateo 14:6-12), (Marcos 6:21-29)
Salomé. Oscar Wilde (1891)
Salomé. Gustave Moreau
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