lunes, 28 de febrero de 2011

SALOMÉ

Y porque la ira y la pasión me corrompían, no pude contener este ardor que me producía al verte. Mis entrañas chirriaban voces que en otras ocasiones suscitaban compasión.

Entrañas que se reproducían mediante llamas inocuas, extremas de furor. Una excitación que se diferenciaba por su clímax, y un cuerpo adolecido por el mal impugnado.

¿Merecerme esto?¿¿Padre??¿¿Madre??¡¡Ayudadme!!pues la herida infecta mi ser, amorfa mi buen hacer, y no permite supurar mi afección.

¡¡Quiero su cabeza!!en una bandeja de plata limada, con un velo hilvanado, de pedazos de su piel. Y quiero esos labios carnosos, y fríos, morados por la atrocidad que causo el rechazo de  mi belleza, primor eterno, por la cual Reyes y Reinos ansiaban.

Belleza que trajo, tu muerte, mi ira, y nuestra eternidad.









Salomé. Nuevo Testamento ( Mateo 14:6-12), (Marcos 6:21-29)

Salomé. Oscar Wilde (1891)


Salomé. Gustave Moreau

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